Las raíces de un ministerio fructífero y duradero – Parte 1

No se puede basar un ministerio apenas sobre dones y unción. Son importantes, pero no son suficientes para un ministerio fructífero y duradero.

Un árbol no puede alcanzar su potencial de tamaño ni producir el fruto esperado si no ha desarrollado raíces profundas.  Las raíces no solamente proveen estabilidad para poder sobrevivir las tormentas de la vida sin caerse, le ayudan a alcanzar las aguas del subsuelo y el alimento necesario para su desarrollo.  Es así con cualquier ministerio. Sin las raíces no tendrá estabilidad para permanecer, ni producirá el crecimiento ni el fruto deseado. 

Muchos dicen, “yo tengo dones.” Por supuesto.  ¡Todos tenemos dones! 1ª Corintios 12:7 lo dice bien claro, “pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.”   Capítulo 14 y versículo 31 declara “podéis profetizar todos, uno por uno para que todos aprendan y todos sean exhortados.”

El hecho de que puede profetizar o hacer un milagro no es suficiente evidencia de que sea llamado por Dios a un ministerio quíntuple. Todos hemos sido dados dones tanto como una medida de fe (Romanos 12:3). Si usted puede profetizar, significa que usted funciona. Los dones del Espíritu no operan a base de nuestra madurez ni de nuestro conocimiento bíblico ni de otras cualidades esenciales para un ministerio legítimo y duradero.  En algunas maneras sería más fácil si fuera así, pero Dios, en Su sabiduría, determinó que los dones operan simplemente a base de la fe. Esa es una razón que hay tanto abuso de los dones y la razón que todos necesitan entrenamiento en el uso de sus dones.

Lo bueno es que no se requiere dejar a su empleo secular y ser ordenado como ministro quíntuple para desempeñar su ministerio como miembro del Cuerpo de Cristo.  Necesitamos que cada creyente utilice la unción y los dones que Dios le ha dado en su lugar de empleo, en la ciudad, en el mercado de trabajo, en las escuelas, etc., para ser sal y luz a la comunidad.

Otros dicen, “yo tengo la unción del Espíritu Santo.”  La realidad es que cada creyente nacido de nuevo tiene el Espíritu de Dios morando en sí. 1ª Corintios 3:16 establece que el Espíritu de Dios, de dónde proviene la unción, reside en cada creyente. Todos podemos, y debamos, avivar “el fuego del don de Dios” que está en nosotros (2ª Timoteo 1:6).  Pero el profetizar o ministrar a otros no es algo que debamos tomar a la ligera, sino con el temor de Dios.  No medimos la unción por la cantidad de gritos, de lágrimas, de manos estremecedoras, ni por las personas caídas al suelo. Medimos la unción por el fruto: los yugos podridos, cadenas rotas y vidas transformadas. 

Los que faltan entrenamiento, una motivación de amor y un corazón no contaminado fácilmente pueden volver ungidos por demonios sin darse cuenta.  Éstos, en vez de ministrar palabras que edifican al Cuerpo de Cristo (1ª Corintios 14:12), resultan lanzando maldiciones o palabras de adivinación.

Los que tienen un llamado verdadero no se jactan por poseer una unción, sino que la utilicen para promover los propósitos de Dios y servir a otros. He visto a muchos ministerios que vienen como un cohete con mucho ruido, con señales y milagros, pero si no tienen las raíces desarrolladas desaparecen rápidamente de la escena.  Algunos se caen en un pecado sexual, el divorcio, otros se desvíen por una doctrina errada, o se desanimen por los afanes de la vida. Lo más triste es que las vidas que dañan en el proceso.

¿Cuáles son las raíces de un ministerio fructífero y duradero?  Voy a cubrir un total de cinco en esta serie, iniciando con dos en esta instalación.

RAIZ 1. Una relación íntima con Dios.

Una relación íntima con Dios es un estilo de vida. Es una a vida de oración y de adoración, no apenas algo que hacemos cuando vamos al culto. Cualquier ministro debe de estar tan enamorado con Dios que Le busque con todo su corazón.

Estoy hablando de alguien que teme a Dios y busca agradarle a Él. Por lo tanto usa mucho cuidado al ministrar a otros para no representar incorrectamente a su Amado.  Su deleite es estar en la Presencia de Dios, practica la Presencia de Dios, incluye a Dios en sus decisiones.

Un ministro verdadero es un adorador que no necesita un CD o un grupo musical para dirigirle porque lleva continuamente en su corazón y en su boca un canto de gratitud, de alabanza y de adoración. Es alguien que ha aprendido a oír la Voz de Dios y ser guiado por Su Espíritu Santo dondequiera que esté. No se desanima cuando otros le persiguen o hablen mal de él, porque valora más la aprobación de su Padre.

RAÍZ No. 2. ESTUDIO BÍBLICO SISTEMÁTICO Y CONSISTENTE.

El estudio sistemático de la Palabra de Dios produce en nosotros un conocimiento amplio de las Escrituras que es esencial para todo ministro. Si usted puede profetizar pero no tiene un fundamento bíblico, entonces usted es peligroso. Si no tenemos una reserva bíblica dentro de nosotros, no tendremos nada que ofrecer a otros ministerialmente.

El espíritu de la profecía es el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 19:10). Jesucristo es el LOGOS (el Verbo) de Dios en carne (Juan 1:1 y 14).  Toda la Biblia, (el LOGOS en forma escrita) nació con la profecía (la rhema), siendo inspirada por Dios. Toda profecía (RHEMA) hoy nace (es inspirada por Dios) del conocimiento que tenemos del LOGOS.

Sin un conocimiento amplio escritural no podremos discernir entre la doctrina sana y el error, ni entre lo que nace del espíritu de la profecía y del espíritu de engaño. Hay tantas doctrinas erradas peligrosas disfrazadas con versículos bíblicos torcidos y sacados fuera del contexto.

Tenemos que interpretar Escritura con Escritura. Si no conocemos el pleno consejo de la Escritura seremos vulnerables al engaño. Conozco de varios ministros que iniciaron bien, pero por falta de esta raíz de conocimiento bíblico sus ministerios en poco tiempo fracasaron. Como dijo Cristo, “por sus frutos los conoceréis.”

Cada creyente debe de ser un alumno perpetuo de la Palabra de Dios. Pero un ministro quíntuple (Efesios 4:11), o alguien que se atreve a profetizar a otros tiene una responsabilidad mayor de poder dividir correctamente la Palabra de Verdad (2ª Timoteo 2:15). Esto se requiere un buen entendimiento bíblico y teológico.

Si usted cree que tiene un llamado a una de las vocaciones ministeriales, le urjo a inscribirse en un instituto bíblico o una universidad teológica buena que enseña la Palabra de Dios. Si usted necesita una recomendación, escríbame a mi inbox.

En las siguientes partes hablaré acerca de las raíces de: (3) las relaciones sanas, (4) el fruto del Espíritu (el carácter), y (5) el servicio.  Creo que el contenido le podrá sorprender.

Entre tanto, si Dios le haya hablado por medio de esta enseñanza, tome unos minutos para responderle.  Determine hacer los cambios debidos para desarrollar las raíces necesarias para un ministerio fructífero, duradero, y que cumple el propósito de Dios.

Por Cliff Bell, © 11 de agosto, 2018, Todos los derechos reservados.

Para leer la siguiente parte de esta enseñanza, siga este enlace:

Las raíces de un ministerio fructífero y duradero / Parte 2

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7 thoughts on “Las raíces de un ministerio fructífero y duradero – Parte 1

  1. Dear Prophet Cliff;

    I want to thank you for these teachings they have blessed my life!
    VERY POWERFUL TEACHINGS it’s refreshing to find a true prophet who teaches truth!! GBY!!!

  2. Estas enseñanzas como nos ayudan a la congregación predico un dicho profeta y la congregación se dividió a ido a otros lugares y las iglesia se han dividido

    • Querida Hermana Vilma,
      Gracias por visitar a mi página y por su comentario. Lamento mucho leer de cómo su congregación ha sufrido por causa de un ministro falso o inmaduro que se promovió como “profeta”. Estoy orando que la gente pueda conocer al ministerio profético verdadero que representa correctamente el Corazón del Padre. Entre tanto que Dios les concede mucho discernimiento y sabiduría a los líderes para reparar el daño ya hecho.
      Que la gracia de Dios abunde en su vida.
      Cliff Bell

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